Reflexiones sobre nuestros Viajes de Estudios |
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Del 15 al 19 de junio los alumnos de 1º de Bachillerato han realizado un viaje de estudios a Praga, en la República Checa. Han visitado la Plaza de la Ciudad Vieja con su reloj astronómico y el magnífico puente de Carlos, la pequeña fortaleza de Terenzin (usada por los nazis como campo de concentración), La casa Danzante, el Castillo con la catedral de San Vito, el Palacio Real y el Callejón del Oro. Han paseado por el barrio de Mala Strana y el barrio Judío o Josefov…. La magia de la ciudad de Praga atrapa a todos los que la visitan y a nosotros también. A propósito de este estupendo viaje me gustaría hacer algunas reflexiones sobre cuál debería ser la filosofía de un viaje de estudios basadas en mi experiencia de dos años. Imagino que si preguntamos a los alumnos, viaje de estudios debe ser sinónimo de juerga, no dormir, discoteca, pero si preguntamos a los adultos (profesores, padres…) que tienen que acompañarlos por ser ellos menores de edad o a la institución que los representa (un instituto, en este caso), el concepto evidentemente cambia porque el sintagma que acompaña a la palabra viaje es “de estudios” y en esto radica el problema: hay que encontrar el equilibrio entre las dos posturas. |
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Por otra parte considero que estos últimos años se está perdiendo el espíritu del mismo en cuanto a que a muchos de sus participantes no les parece importante trabajar para financiar dicho viaje. Este punto es esencial porque, aparte de ganar un dinero, se aprende a trabajar en equipo y a organizarse para que el resultado salga satisfactorio. Lo ideal sería que se implicase todo el mundo y se trabajase para todo el grupo lo más independientemente posible, es decir, sin demasiada ayuda de adultos. Otro punto importante es el destino. Los alumnos desearían ir a un lugar de playa y discotecas o hacer un crucero y los responsables proponen un destino que responda a ese “de estudios” del que hablábamos antes. Si se viaja por el propio país el conocimiento del patrimonio ya responde al objetivo, pero si el destino es otra nación los aprendizajes se multiplican ya que hay que aprender a moverse por un aeropuerto (en caso de coger un avión), quizá con otra moneda y seguramente con otro idioma. También se ven otras costumbres, además de conocer la historia y el patrimonio de dicho destino. No debemos despreciar ninguna de las dos propuestas (propio país o extranjero) pero cada una tiene sus características. A pesar de las dificultades que supone esta actividad creo que es una experiencia importante para el alumnado siempre que su nivel de implicación sea mayor, tanto para financiar el viaje como para buscar presupuestos e información. Pilar Enrique Aguado Jefe de Departamento de Extraescolares |
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