Alguno de vosotros pensará que nos hemos equivocado y que esa última “a” debería ser una “o”. No vais muy desencaminados, lo cierto es que “rostra” y “rostro” son distintas formas de una misma palabra, y como no podía ser menos tratándose de nuestra lengua, su origen es latino.
ROSTRA es el plural de la palabra latina “rostrum”. Originariamente “rostrum” era el pico o boca de los animales, haciendo referencia a algo puntiagudo (“que sirve para roer”), y estos picos era lo que ponían en las proas de las naves de guerra o trirremes, es decir, unos espolones de madera y revestidos de hierro o bronce cuya finalidad era embestir y hundir a las naves enemigas, parece ser que con muy buenos resultados, ya que durante la guerra latina (en el 338 a.C. contra los volscos) el cónsul Cayo Menio obtuvo la victoria definitiva en el puerto de Antium y ordenó que los rostra enemigos fueran arrancados y llevados como trofeo de guerra al muro del foro romano, donde estaba la tribuna de los oradores.
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Probablemente, la intención de este insigne cónsul, no sería otra que la de humillar a los vencidos, exponiendo públicamente su derrota y vanagloriarse de su triunfo delante de todo el pueblo, pues el lugar que había elegido para exhibir este despojo de guerra, era una obligada visita diaria para todo ciudadano que se preciara de serlo. A partir de entonces fue conocido como ROSTRA, y ya sólo fue “la tribuna del orador”, se convirtió en el símbolo de la libertad de palabra y del diálogo.
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Es evidente que para la revista de nuestro centro hemos elegido el nombre de “rostra” con este significado, una tribuna libre, un espacio público destinado a la palabra, y, mediante el uso de la misma, como hacían los romanos, explicar las ideas, convencer o conmover los espíritus en todo lo referente a nuestra comunidad; “Rostra” puede ser nuestro foro de debate, el lugar donde escribir nuestra historia e inquietudes, en definitiva, es una invitación para mostrarnos a otros, y está abierta a todos. |